Hui el nostre rei ha eixit de l'hospital. I ho ha fet, amb la
simpatia i la complicitat acostumades. Fins i tot s'ha permés la ironia de
respondre als periodistes que s'apressaven a interessar-se pel seu estat de
salut que es trobava "muy mal, muy mal". Així de bromista es mostrava
aquest matí. Amb l'habitual humorada amb què saluda la premsa cada vegada que
ix del taller. Com si res, amb la naturalitat que l'operen dia sí dia també. No
cal dir que això és d'admirar. Agafar-se les coses així és saber afrontar la
vida tal com ve. Sense dramatismes i amb un bon sentit de l’humor. Un podrà
estar en contra o no de la monarquia, però no em direu que no tenim un rei
d'anar per casa. Tal volta siga per això o perquè em sent molt pròxim al que
està passant, que m'he oblidat per uns moments que és rei i m'he atrevit
a escriure-li una carta. Són moltes les coses que compartim, molts els
patiments que ens afligeixen i moltes les raons que ens han portat a ell i a mi
a compartir uns alifacs semblants. A pesar de ser aparentment tan diferents,
als dos ens uneix una mateixa pena i els dos hem passat últimament pel taller
per tal de solucionar-la. Abans d'enviar-li la carta, m'agradaria saber
el vostre parer per si de cas voleu que li demane alguna cosa més. És
aquest el motiu que hi ha al darrere d'aquesta missiva, adreçada al rei d'un
regne que es dessagna dins i fora de la sala d'operacions. Em direu atrevit,
però algú ho havia de dir.
Después de muchas idas y venidas,
al final me he decidido a escribirle. Y lo hago de esta guisa, con la pleitesía
que le rindo y con la responsabilidad que me invade conocer el delicado trance
por el que está pasando. Y así, vencida mi reticencia inicial, heme aquí
delante de usted. Compungido y apesadumbrado por el mal que de nuevo le ha
llevado al taller. Después de tantas operaciones a sus espaldas, he de decirle
que lo está llevando con mucha entereza y, ante todo, con un envidiable sentido
del humor. La verdad, no esperaba menos de usted, sabiendo como sé que es un
rey "echao pa’lante". No sabría cómo agradecerle ese carácter tan próximo,
afable y campechano del que siempre ha hecho gala.
Tal vez por eso, y por la confianza
que me da su naturalidad a la hora de afrontar las situaciones difíciles, me he
atrevido a escribirle esta carta. Y lo hago porque, a pesar de que no nos conocemos,
nos une el mismo sino. Bueno, más que un sino, yo diría que un mal fario. Usted,
por su pasión irrefrenable por la caza y otros deportes de riesgo, y un
servidor, porque sí, porque la genética es así de caprichosa y me ha obsequiado
con un tobillo maltrecho. De tal suerte que los dos vivimos una pesadilla de la
que aún no hemos conseguido despertar.
Sí, majestad, usted y yo vivimos
unidos por un mismo destino, por el designio de un estado de salud que, tal
como ocurre con los coches defectuosos, siempre da con nuestros huesos en el
taller. Sí, majestad, son muchas las piezas de fábrica que tenemos para cambiar.
Usted, la rodilla, la columna y ahora la cadera, y un servidor, ora el tobillo
ora la cadera y no sé cuántas cosas más. Pero no, no quiero cansarle con mis
achaques, quiero animarle para que se recomponga cuanto antes y salga de ese
nuevo taller en el que anda metido.
Aunque usted lo disimule, aunque
haga de tripas corazón, sé por lo que ha pasado. La larga espera de los
preparativos de la operación, el lento despertar de la anestesia y la extensa
lista de medicamentos que deberá tomar para combatir el dolor y evitar el
recrudecimiento de una infección como la que le ha llevado de nuevo al
quirófano. Como diría aquel, son gajes del oficio. Los inconvenientes de
reparaciones que como en su caso y en el mío siempre van seguidos de un prolongado
periodo de rehabilitación para engrasar las piezas de nuestro estropeado motor
y su nueva puesta a punto. Corrientes electromagnéticas, láser, radar,
ultrasonidos, magnetón y otros muchos palabros de la jerga médica se convierten
a partir de entonces en vocablos de uso común, en remedios mágicos que nos
hagan más soportable los rigores de una recuperación dolorosa y casi siempre
costosa.
Sí, majestad, se lo digo por
experiencia propia. Después de meses y meses de dura rehabilitación, yo aún no he
conseguido que mi motor funcione como debiera. Es lo típico, te dicen que la
reparación será poca cosa, y al final la cosa se complica. Eso es lo que me ha
pasado a mí. Como quien dice entré en el taller para cambiarme una tuerca y han
acabado cambiándome el cigüeñal entero. Es lo que tienen los coches, que entras
en el taller por una cosa y acaba saliendo otra que te hace subir el precio de
la factura. Que si se trata de una pieza y no de un fallo del motor, que si se
debe a una mala conducción, que si no está incluido dentro de la garantía. En
total, a pagar tantos miles de euros. Y si no, no sales del taller.
Yo no sé por cuánto le saldrá la broma,
pero a mí me ha salido por un ojo de la cara. Y es que al precio de las piezas
hay que añadir las horas de trabajo. Y, en mi caso, he de reconocerle que no me
ha quedado más remedio que recurrir a un establecimiento especializado, a un
taller que, dada la reparación que tenían que hacerme, requería de una
tecnología y de unos aparatos que no alcanzaba el taller de mi barrio. Y conste
que ya me lo advirtió mi mecánico de toda la vida. Vete con cuidado y mira
donde te metes, que te va a salir todo por la torta un pan.
Y vaya que tenía razón. Nunca me
imaginaba que tan poco iba a costarme tanto. Hasta el punto que no sé qué me duele
más: o mi tobillo intervenido o mi maltrecha economía. Y lo malo es que no me
va quedar más remedio que hipotecarme de nuevo para poder pagar el montante de una factura cuyos números me imagino que deben ser tan desorbitados
como los suyos. Aunque, a decir verdad, igual a usted le han hecho un precio
especial.
Es este un quebradero de cabeza
que me anda torturando. Y eso que en mi caso es la primera vez que me operan en
un taller privado. Acostumbrado a acudir a talleres de la Seguridad Social en
los que no tenía que pagar nada, me veo ahora con que tengo que hacer frente a una
cantidad enorme para lo que es mi nivel de vida. Hasta el punto de que me
pregunto si, como el resto de españoles, no debo estar viviendo por encima de
mis posibilidades al tener que recurrir a este tipo de servicios no reservados
para los ciudadanos de a pie.
Pero ya le advierto que no lo he
hecho por gusto, sino por necesidad. O recurría al tratamiento que me ofrecía
un taller autorizado como el de usted o me quedaba sin poder caminar. Como ve,
no me quedaba otra elección. El problema es que ahora tengo que responder como
cualquier hijo de vecino. Y, como usted puede imaginarse, con mi sueldo no me
llega.
Sí, majestad, es por esta razón
por la que me encomiendo a vos, para que, habituado a frecuentar estos talleres
tan caros, me diga si es usted quien se costea las intervenciones o lo hace con
cargo a la Seguridad Social. En este último supuesto, le pediría que me
indicase cuáles serían los trámites que debiera seguir o, en su defecto, si
usted podría interceder por mi ante el erario público para que me costease la
reparación de mi tobillo.
En fin, sé que es ponerle en un
aprieto, pero tengo que decirle que no me queda otra. Nadie como usted puede
saber por dónde estoy pasando, nadie como usted puede entender el viacrucis de
operaciones que he sufrido y nadie como usted puede saber el coste que suponen.
Y se lo digo, porque siempre que
le he visto me ha infundido confianza. La confianza de quien cada 24 de diciembre
entraba en mi casa a través de la gran pantalla y me aseguraba, en el mensaje
de Navidad retransmitido a todo el país, que todos los españoles somos iguales
y tenemos los mismos derechos.
Espero que no haya cambiado de
opinión y tenga a bien aceptar mi solicitud de amparo, o, de lo contrario, me
sentiré muy defraudado, tanto como me sentí hace ahora cuarenta años al
descubrir el destino de mis cartas a los Reyes Magos.
Buena estrella y feliz navidad
tenga usted y toda su familia.
Servidor de mí mismo
Simplement brillant. Uf.
ResponderEliminarÀlan
Gràcies, Àlan.
ResponderEliminarMAGISTRAL, en tots els sentits!!!
ResponderEliminarUna obra d'art textual. Me l'aguarde.
I tant de bo li arribe al destinatari (i a molta més gent).
I tinga algun efecte (almenys sobre la consciència d'aquells que poden actuar -i han d'actuar- com a servidors públics que diuen ser)
Josep-Lluís
Sí que li l'enviaré. Per mi que no quede. D'això es tracta: que tinga algun efecte sobre la consciència dels que xuclen la sang i, a més, ens demanen sacrificis. No ho dubtes. Si obtinc resposta, t'ho faré saber. Una abraçada, Josep-Lluís.
EliminarMolt bé, Santi. No volen mostrar-se pròxims ?, doncs que aguanten les nostres preocupacions, les nostres ironies i, si ve al cas, els nostres cinismes. Es mereixen coses pitjors.
EliminarI tant, Vicent. Tu ho has dit.
EliminarExcel·lent carta de Reis, Santi. Sí: algú ho havia de dir i explicar tant de "desequilibri" i poca vergonya, ni que siga amb la teua fina ironia, mofa, per no dir altres coses. És una bona punxa ben "infectada" la que has enviat, al centre dels malucs reials.
ResponderEliminarSalut!
Àngel
Esperem que faça efecte. Tan bon punt obtinga resposta, t'ho faré saber.
EliminarSempre disfrute dels teus articles i de la teua forma d'escriure pero aquesta volta m'ha semblat exquisit i espectacular, molt bo. Gràcies per comparti-ho. Un plaer. Abraçada.
ResponderEliminarCris
Gràcies a tu, Cristina, per llegir-me. El plaer és meu.
EliminarAi, m'alegraria tant que arribara a entendre-la!
ResponderEliminarI això que li l'has escrit en la seua llengua.
Rosanna
Tant de bo, Rosanna!
EliminarNo sé que dir la resta de comentaris ja ho diuen tot. Com Alan, Uf.
ResponderEliminarBenvolgut Santi,
ResponderEliminarEm sap greu tot el patiment que estàs passant.Jo també he escrit una carta i vull compartir-la en vosaltres. Tracta de tres reis i comença així:
Com t'enganyaren i com ens enganyares! (als meus germans i a mi). Ho recorde com si fora ara mateix i d'açò ja fa temps.
Ens feres creure que els camells anaven per dalt de la teulada. Ens ho comptaves en tanta passió que semblava tan, tan real que fins i tot sentíem les xafades dels camells. Després per a rematar-ho bé, de matí quan eixíem al corral el poal ple d'aigua i el cabàs ple de garrofes, els quals posaves per la nit davall la figuera, ja hi eren buits. Ens deies que venien d'un llarg viatge i per tant tenien fam i set.
Pare! si tu saberes les vegades que mire l'horitzó. Les vegades que pense que una màgia, una força reial o divina canviarà les coses, canviarà les persones.
Tots els anys passen els Reis Mags, després el dia 7, i el dia 8...i què ens queda? Xiquets morint de fam tots els dies de l'any, guerres, patiments, angoixes, penes, dolors, injustícies de gent que no té cap culpa.
Pare! On estan les il.lusinons reals, les que són d'este món on vivim? Il.lusió per viure, estimar, crear, aprendre, construir un món més humà?
Pinya Xanel.